En la Venezuela de estos tiempos, la desesperanza aprendida a ratos arropa el país, expresándose en esa convicción de que es imposible modificar la realidad, independientemente de las acciones que emprendamos para cambiarla. Gran parte del país vive saturado de esa nefasta sensación que proclama que las cosas seguirán irremediablemente igual o incluso peor, alimentada por fracasos reiterados de múltiples esfuerzos e intentos realizados para superar diversas situaciones adversas.
Entrampados en ese círculo nocivo, cuesta encontrar la inspiración que permita elevar la autoconfianza como individuos o bien como colectivo y enfocar esfuerzos en doblegar de modo indetenible la adversidad.

Los griegos la consideraban “un impulso divino” y aunque existe una extensa discusión sobre el origen de la inspiración, en la cual varias corrientes del pensamiento la conciben como una fuerza externa al individuo y por ello la presunción de algunos de catalogarla como un “regalo de los dioses”, otras en cambio la determinan como intrínseca al ser humano. En lo personal la entiendo como propia o interna al ser.
Lo cierto es que la inspiración es más determinante que la motivación. La motivación nos colma de las razones básicas para seguir adelante. Pero la inspiración llena esas razones de esperanza y entusiasmo.
Apelar a ella es imprescindible en estos tiempos que corren, encontrarla, cultivarla a fin de vivir inspirados, esperanzados, entusiastas y contagiar a otros con esa fuerza interna y demostrarnos con acciones y esfuerzos permanentes que podemos superar una condición de pobreza, o bien emprender con éxito un negocio, aprobar un año escolar, en fin sea cual sea la meta o visión que tengamos por muy adversas que sean las condiciones.
A diario vemos como algunos personajes del “fashion star” mundial que pudiéramos pensar que lo tienen todo para ser felices, arruinan o entrampan sus vidas, en parte porque no cuentan con inspiración para vivir. De igual modo, quienes viven en absoluta precariedad y carestía, refuerzan ideas pesimistas sobre la imposibilidad de salir de la adversidad ante las escasas oportunidades, debilitando sus esfuerzos y su visualización en torno a que quieren en la vida y como trabajar para alcanzarlo. No obstante, muchos lo logran y en parte el elemento diferenciador lo constituye la Inspiración; esa fuerza incontrolable que permite estar enfocados en un propósito y misión de vida, y que lleva a levantarse tantas veces como se cae y proseguir, evitando el conformismo y mirando oportunidades donde otros solo aprecian amenazas.
Dos excelentes obras cinematográficas relatan de forma excepcional esa fuerza llamada Inspiración. Ellas, Invictus cuyo director es Clint Eastwood y Hermano de Marcel Rasquin. Deteniéndome en la segunda, por ser una joya cinematrográfica venezolana, que nos habla de nuestra realidad como país, Hermano expone de forma diáfana la fuerza de la inspiración en Daniel, un joven que nace y crece en un barrio caraqueño que ofrece pocas oportunidades.

Su convicción es tan grande que se esfuerza en mejorar su talento como futbolista e intenta contagiar a Julio de esa inspiración como medio para prosperar y comprarle en un futuro la casita a su madre. Es esa misma fuerza interna la que le permite a Daniel seguir enfocado a pesar de una pérdida trágica. Y logra el objetivo, incluso acordando sus términos de contrato imponiendo la hermandad, solo que por infortunios de la vida y en particular del contexto urbano la fatalidad se impone, lo que sin duda alude a la complejidad, pero no por ello a lo imposible.
En esencia la película ilustra el hecho, que cuando contamos con un propósito de vida, una misión y visión claras, sin dejar de ser realistas, pero sin deambular sin norte, o buscando falsas vías rápidas, la inspiración estará de nuestro lado y sólo trabajando arduamente y guiados por la esperanza, estas se pueden alcanzar. En parte porque comprendes tu realidad y calibras el arduo trabajo que te permite ver o crear las escasas oportunidades y no dejarlas pasar, sin esperar que te la ofrezca un tercero que puede no llegar.